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Bonhomía.

El breve espacio que nos toca.



Cuando entramos en un cuarto oscuro, no tratamos de averiguar por qué está oscuro. Buscamos el interruptor de la luz y la encendemos.


Y una vez encendida tampoco nos preocupamos demasiado por dónde se fue la oscuridad, porque entendemos que no se fue a ninguna parte. Siempre a estado ahí, latente, acechando, esperando el momento de la ausencia de luz.


Esto sucede también con la maldad, durante este mes de agosto nuestro país ha experimentado la maldad a través de una serie de actos atroces, cargados de una violencia descarnada.


¿Ausencia de luz?


De acuerdo a psicólogo social Phillip Zimbardo, la historia de la humanidad y la vivida por cada persona nos manifiesta que la esencia del hombre no es el bien ni el mal, el amor ni el odio, sino la tensión entre uno y otro y los factores situacionales.


Si esto es verdad, algo estamos haciendo muy mal como sociedad, porque la resultante es devastadora, por un lado, la violencia verbal y física, que a gritos o golpes trata de imponer su ley, la polarización, la cultura de la cancelación, los conflictos intrafamiliares e intravecinales, la violencia de género, y por otro lado, el desarrollo de la acidia, esa tristeza crónica, con un sabor a amargura y desesperanza, la inacción y la abulia, actitudes que comienzan a permear en nuestra vida cotidiana, generando la ruptura con la comunidad.


Sin embargo la historia nos dice, que esta condición no puede permanecer instalada en el centro de nuestras vidas de forma permanente, existe una fuerza intangible, que nos ha permitido llegar como especie hasta este punto, es una fuerza que nos impulsa a buscar la luz, porque no hay dique capaz de contener de forma permanente el espíritu de libertad de uno o muchos individuos, cuando nuestra voluntad encuentra puntos en común.




Y cuando esas coincidencias parten de principios éticos de justicia y armonía, que iremos moldeando, entonces será preciso buscar espacios más o menos neutrales en donde podamos resolver esas diferencias. Nadie dice que será fácil.


También tendremos que descubrir, que existen muchos elementos que nos aglutinan como seres humanos, pero ninguno más poderoso que la bonhomía, (la bondad, la solidaridad, la empatía) esos humildes gestos que puede residir en las pequeñas acciones. en los diminutos actos cotidianos de cordialidad que establecen los lazos para una convivencia respetuosa y comunitaria: el auxilio del necesitado, aunque ningún interés nos una a él, el saludo y el agradecimiento sincero, la preocupación por el semejante, el cuidado del bien ajeno y del bien común, de la familia, los amigos ,los vecinos, el respeto al medio ambiente a la niñez y a la ancianidad.


Todos esos detalles humanos que podemos entretejer en nuestra comunidad más próxima y que dependen de pequeñas acciones de inteligencia y voluntad, acciones que podemos elegir realizar o no.


Pero que si elegimos bien, seguro harán la diferencia, y nos permitirá iluminar el breve espacio que nos toca.

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