Cuando hablamos de comunidad nos referimos a un grupo de individuos que comparten intereses comunes, valores, normas y objetivos, y que interactúan entre sí en un entorno particular.
Las comunidades pueden tomar diversas formas y tamaños, desde comunidades pequeñas casi limitadas a familias o pequeños grupos humanos hasta comunidades integradas por colonias, ciudades, países y hoy en día, gracias al avance tecnológico, en grandes comunidades que participan en línea nacionales y multiculturales.
Debemos suponer que en materia de seguridad una precede a la otra, no existe seguridad sin comunidad.
Porque las comunidades cumplen desde sus orígenes con funciones esenciales arropadas en una estructura básica de elementos que la fortalecen:
Una comunidad de ciudadanos se forma a través de la interacción y la colaboración de individuos que comparten un sentido de identidad, propósito y responsabilidad colectiva en un entorno determinado.
Pero un clima político polarizado, es un impacto significativo en la cohesión y el funcionamiento de una comunidad.
La polarización política tiende a dividir a la sociedad en facciones opuestas, en bandos, lo que puede llevar a una mayor hostilidad entre diferentes grupos de la comunidad fragmentándola.
Esto puede resultar en una pérdida de solidaridad y colaboración porque la polarización política comúnmente trasciende de las ideas e intereses personales o de partidos a las necesidades de la comunidad, dificultando el diálogo constructivo y el entendimiento mutuo entre personas que a pesar de estar en un espacio físico común y culturalmente cercano, tienen opiniones políticas distintas que ponen por encima de las necesidades del grupo, incluso operan como “enemigos”, generando desconfianza y resentimientos entre "vecinos", lo que obstaculiza la resolución de problemas y la toma de decisiones efectivas dentro de la comunidad.
Lamentablemente esta falta de comunicación es un enorme obstáculo para mejorar la seguridad de nuestras ciudades, porque puede desalentar la participación cívica activa y la colaboración en iniciativas comunitarias. Los ciudadanos pueden sentirse desmotivados para comprometerse en proyectos y programas locales si perciben que sus esfuerzos no serán valorados o apoyados por otros miembros de la comunidad debido a diferencias políticas.
Además existe una tendencia al protagonismo de los operadores políticos de uno u otro partido y los ciudadanos pueden sentirse utilizados más que escuchados, sobre todo en temas tan sensibles y necesarios como la seguridad.
La desconexión comunitaria implica la falta de participación o compromiso con una comunidad o sociedad en particular. Las personas que están desconectadas de su comunidad no están involucradas en actividades grupales, eventos locales o interacciones sociales significativas y esto produce el aislamiento y casi de forma automática abona a la inseguridad.
Tendencias como la exclusión, la discriminación o la marginalización de ciertos individuos o grupos dentro de una sociedad. También reduce la participar plena en la vida comunitaria.
El riesgo y la virtud de una comunidad pasa por la diversidad y la capacidad del diálogo, sin él es inútil cualquier intento de construcción comunitaria, porque la polarización política puede deteriorar el ambiente comunitario en general, ya que se priorizan las agendas políticas sobre los intereses comunes y el bienestar colectivo, esto puede obstaculizar la capacidad de la comunidad para abordar desafíos sociales y para trabajar en conjunto hacia metas compartidas.
Para ejemplo veamos dos datos muy reveladores, el primero nos dice que la Ciudad de México ocupo el primer lugar del delito de violencia familiar durante enero y febrero de 2023, con 5,941 carpetas abiertas, lo que equivale al 14% del total nacional, 3.97% más que durante el mismo periodo de 2021. (Informes de incidencia delictiva del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública).
El segundo, es un dato recientemente ofrecido por la SSC y el gobierno de la ciudad y registrado por la revista Proceso (Proceso 8/18/2023), que nos habla de los niveles de desconexión comunitaria y violencia inter vecinal en la Ciudad de México, según este informe se estima que hasta un 25% de los homicidios en la ciudad no están conectados a la delincuencia, sino a riñas entre vecinos o familias o por “situaciones” en las que las victimas o los victimarios, no son delincuentes, sino familiares y/o vecinos en disputa. Situaciones que en teoría pudieran ser contenidas por comunidades mas robustas y organizadas.
Pero ¿Cómo estimulamos y promovemos la formación comunidades? Existen varias teorías y enfoques que abordan la formación y el desarrollo de comunidades. Estas teorías provienen de disciplinas como la sociología, la psicología social y la antropología, entre otras.
Pero si están de acuerdo, este es un tema que abordaremos ampliamente en el próximo número de noviembre en nuestra revista Barco de papel en la sección: Voces del Observatorio.
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