URGENCIAS Y BOTIQUÍN DE EMERGENCIAS EN EL CONSULTORIO DENTAL. 1.
- C.D. Ulises Velasco Sánchez
- 21 ago
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Las urgencias médicas en el consultorio dental, aunque poco frecuentes, son una realidad que ningún profesional puede ignorar. Como señala Stanley Malamed, DDS —autoridad mundial en el tema—, las encuestas internacionales muestran que es probable que ocurra al menos una emergencia médica en cada consultorio dental cada 2 a 4 años. La Asociación Dental Americana reportó en 2018 que más del 30 % de los odontólogos encuestados habían enfrentado casos como síncope, reacciones adversas a la epinefrina o hipotensión postural en el último año.

El síncope vasovagal (desmayo) representa el evento más común, responsable de entre el 39 % y el 50 % de las emergencias registradas en la práctica odontológica. Le siguen episodios como dolor anginoso, crisis asmáticas, convulsiones, hiperventilación, hipoglucemia y reacciones alérgicas de diversa intensidad.
Comprender sus causas, síntomas y manejo es crucial para cualquier profesional de la salud dental.
¿Qué lo provoca?
El síncope vasovagal ocurre cuando el sistema nervioso autónomo, que regula funciones corporales involuntarias como la frecuencia cardíaca y la presión arterial, reacciona de manera exagerada a ciertos estímulos. En el entorno dental, esto a menudo es provocado por:
Ansiedad y miedo: El nerviosismo ante el procedimiento, el sonido del instrumental o la anticipación del dolor.
Dolor: Un pinchazo inesperado durante la anestesia o una sensación molesta.
Visión de la sangre o de las agujas: Estímulos visuales que pueden desencadenar una respuesta emocional y fisiológica.
Posición del paciente: Estar sentado de manera prolongada o un cambio brusco de posición.
Estos estímulos provocan una caída repentina de la frecuencia cardíaca (bradicardia) y una dilatación de los vasos sanguíneos (vasodilatación), lo que reduce el flujo de sangre al cerebro y resulta en la pérdida temporal del conocimiento.
Síntomas y signos de alerta.
Un paciente no se desmaya de la nada. Suele haber señales de advertencia que un odontólogo puede identificar. Estos síntomas prodrómicos incluyen:
Palidez facial
Sudoración fría
Náuseas
Visión borrosa o "túnel"
Sensación de mareo o aturdimiento
Debilidad general.

Si el odontólogo identifica estos signos, debe actuar de inmediato para prevenir el desmayo.
Manejo y tratamiento
El manejo del síncope vasovagal es sencillo y sigue la regla de la "cabeza baja y pies elevados". El objetivo es devolver la sangre al cerebro.
Posicionar al paciente: Si se detectan los síntomas, se debe reclinar inmediatamente el sillón dental a una posición de Trendelenburg, donde la cabeza queda más baja que los pies.
Aflojar la ropa: Aflojar cualquier prenda ajustada alrededor del cuello.
Proporcionar ventilación: Abrir una ventana o usar un ventilador para que el paciente respire aire fresco.
Uso de amoníaco (opcional): Una sal de amoníaco puede ser utilizada para estimular la respiración, pero su uso ha disminuido y no es siempre necesario.
Control de signos vitales: Una vez que el paciente recupera la conciencia, es importante monitorear su presión arterial y frecuencia cardíaca.
No reanudar el tratamiento de inmediato: Deje que el paciente se recupere completamente antes de considerar continuar con el procedimiento.
Prevención
La mejor manera de manejar un síncope es evitar que ocurra. Los odontólogos podemos tomar medidas preventivas como:
Manejo del miedo: Conversar con el paciente para reducir su ansiedad, usar técnicas de relajación y ser empático.
Posición adecuada: Evitar cambios bruscos de posición y mantener al paciente reclinado durante el tratamiento.
Comunicación: Animar al paciente a que informe al equipo dental si se siente mareado o incómodo.
El síncope vasovagal es una situación común en la consulta dental que puede ser manejada con calma y conocimiento. Con una preparación adecuada y un manejo rápido, el profesional puede asegurar la seguridad y bienestar del paciente.
Aunque menos frecuentes, también se han documentado eventos graves y potencialmente mortales como infarto agudo de miocardio, anafilaxia y paro cardiorrespiratorio.
Estos datos nos recuerdan una verdad clave: ningún consultorio está exento de enfrentar una emergencia médica. Por ello, contar con un botiquín de emergencias completo y actualizado no es un lujo ni una recomendación secundaria, sino una obligación ética y profesional.
El botiquín, junto con la capacitación del personal, representa la primera línea de respuesta que puede estabilizar al paciente en los minutos cruciales antes de que reciba atención hospitalaria.
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